jueves, 21 de marzo de 2013



Ambos besaron demasiado, y quisieron otro tanto. Fueron millones de veces al cine y se sentaron en la sexta fila sin hacer caso a la película. Ya compartieron cientos de helados y se hicieron miles de fotos juntando mejillas. Se quedaron hasta las tantas de la madrugada colgados al teléfono y escaparon de casa incluso en días de lluvia por ver a su felicidad. Cedieron la última calada del cigarro y prestaron sus sudaderas en las noches frías. Escribieron mensajes de amor y prepararon una cita romántica que acabó desastrosa en el banco de siempre. Ambos estuvieron enamorados, o eso creían. Dejémoslo en que ambos sintieron cosas muy bonitas, y que como consecuencia, sufrieron lo insufrible por ver cómo todo a veces se iba a pique. Ambos repitieron esos momentos una y otra vez, con diferentes personas cada cuatro o cinco meses, aproximadamente. Soñaron historias imposibles y lucharon por personas que realmente no lo merecían. Lloraron porque un amor había acabado y se ilusionaron con el nuevo que empezaba en los parques del barrio más cercano. Sí, ambos lo hacían, pero cada uno por su lado. Vivían sus propias vidas, compartiéndola lo justo con simples 'hola' y 'adiós' y algún que otro favor tal vez típico de algo a lo que llamaban ''amigos''. Vivían sus vidas independientes, distantes, alejadas de un hilo común, pero muy intensas. Fueron felices cada uno con sus varias medias naranjas y creyeron que su vida estaba hecha cuando cumplieron los dieciocho y se fueron de casa para estudiar y labrarse un futuro que veían demasiado cercano. Ilusos. Pobres ilusos. ¿Se creían en serio que la vida no iba a juntarles? ¿De verdad pensaban que no iban a conseguir lo que los dos habían deseado desde siempre? Creyeron que compartir todas esas cosas era raro, una locura, algo que no cuadraba y que parecía no estar hecho para ellos dos. Sus vidas eran simples, normales, típicas, repeticiones comunes entre adolescentes, sumidas en millones de sensaciones nuevas, y de errores que se cometían uno tras otro. Sus vidas eran así y parecían conformarse con ello; hasta que hoy miran atrás, observan cada fotografía de papel y cada fotografía mental, recuerdan sus respectivos pasados, y se dan cuenta de que todo era tan solo una broma del destino, porque iban a acabar juntos, de la mano, amando como nunca antes lo habían hecho. Porque aunque ambos se negaron a ello durante la juventud y quisieron evitar el camino evidente que debían hacer juntos, sabían que iban a compartir cama durante sus últimos años de vida, calentando  biberones a un hijo que era de los dos, y maldiciendo el haber desperdiciado el tiempo acariciando otros labios cuando ya conocían la persona que realmente merecía esas caricias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario