miércoles, 30 de enero de 2013

Y luego, ella misma se echó de menos.

'Ella solía ser cristalina como el agua, y cálida como el sol de aquel paisaje amaneciendo que tanto amaba. Solía responder con sonrisas y amar con miradas. Solía llorar con canciones, y reír de sus errores. Solía gritar con películas de terror y solía admirar a los chicos educados. Solía pedir deseos a las estrellas fugaces incluso cuando comprendió que de poco servía. Solía aceptar que es el corazón quien nunca miente y que solo la cabeza es la que nos confunde. Ella solía cantar al compás de las olas y la brisa de la playa. Solía correr campo a través calzada en tacones  y solía capturar momentos con una cámara por la imposibilidad de detener el tiempo en ellos. Solía enfadarse cuando no quedaban helados en la nevera o cuando le ponían un examen sorpresa justo el día después de haberse quedado hasta la madrugada viendo su serie favorita. Solía rechazar los piropos forzados y solía quererse tal y como se veía frente a un espejo. Ella solía hacer tantas cosas que apenas tenía tiempo a pensar en cuántas otras le quedaban por hacer. Solía vivir con intensidad, sin miedos, o por lo menos, sabiendo afrontarlos. Solía ser ella misma. Solía ser feliz. Solía recordar que era su propia vida y que nadie tenía derecho a cambiarle su manera de vivirla.'

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